Un Chile con menor vitalidad

El costo del frustrado intento refundacional se está haciendo evidente. Desconocer que los países se construyen paso a paso y entre todos sus partícipes es grave, y más cuando yendo contra toda lógica se asume que en nuestro complejo mundo se pueden conocer y simultáneamente implementar en breves plazos todos los elementos de política que corregirían lo mal hecho en el pasado. Un peligroso y ciertamente errado supuesto que llevado al extremo sólo puede terminar mal. Sin embargo, esta  situación que ha dado origen a una “nueva mediocridad” no tiene por qué ser permanente ni menos irreversible.

Tener que aceptar que el crecimiento potencial del país podría estar cayendo para los años venideros en un punto porcentual hasta aproximar un 3.5% anual es lamentable, pues bien sabemos que el ajuste tiende a darse más severamente en los más desprotegidos. Para un PIB chileno que hoy ronda los US$ 258 mil millones anuales la diferencia acumulada en 12 años entre las dos trayectorias de desarrollo, la que se puede y la que se quiere imponer en aras de una igualdad de resultados en vez de oportunidades, equivale a esos mismos US$ 258 mil millones del PIB inicial. Es insoslayable el efecto del crecimiento acumulado con el paso del tiempo e increíble ha sido minimizar su evidencia.

Que esa máquina generadora de riqueza se puede mejorar es inherente a toda construcción humana. La competencia es esquiva si no se vela por ella. Que se puede perfeccionar la distribución del ingreso nacida espontáneamente de la anterior, también. Son los instrumentos los que deben ser racionales, eficientes y generadores de mayores beneficios que sus costos de intervención. Las reformas tributaria, educacional y ahora laboral, sin aún incluir el sueño redentor constitucional, no han sido diseñadas bajo este prisma y es por ello que el país ha ido mostrando una palpable pérdida de vitalidad. Los escándalos políticos y empresariales sólo han ahondado el error refundacional inicial.

Veamos algunos elementos, porque nunca es tarde para corregir. Las cuentas macroeconómicas externas del país están sanas, con una posición de inversión internacional levemente deudora y convergiendo a un pronto equilibrio en la cuenta corriente. Las cuentas fiscales, con un déficit de 2% del PIB y asociadas a un gasto que podría aproximar el 26% del PIB, están en rangos normales, manteniendo a nivel fiscal una posición de acreedor neto. Es el intento de desplazar la actividad privada por una mayor intervención estatal lo que está impactando negativamente las perspectivas del país.

En los últimos 12 meses, período en que la población de 16 años y más creció en 198.000 personas, se generaron en neto a nivel nacional 47.000 puestos de trabajo, pero el sector público con su impulso fiscal – que no puede tampoco ser permanentemente expansivo  – lo hizo en 82.000: en otras palabras, el sector privado en neto destruyó empleos y en conjunto fueron capaces de absorber tan sólo un cuarto de todos los nuevos entrantes por cambios demográficos. Los 7.990 mil empleos nacionales representaron un 57% de la población de 16 años y más de 13.894 mil; en Estados Unidos históricamente dicho porcentaje de empleabilidad fluctuó alrededor del 63% – que Chile nunca ha alcanzado – y hoy está en 59% revirtiendo hacia éste, habiendo recién el año pasado recuperado el nivel de empleo del año 2007. Si existiese mayor flexibilidad laboral reflejada en adaptabilidad de horarios, menores indemnizaciones por despido y alejados de dependencias sindicales obligatorias, sin olvidar el rol dual de la mujer en el empleo y la familia, probablemente se podría aspirar a ese 63% histórico americano: 800.000 potenciales puestos de trabajo que mientras tanto no se van a dar. La estable tasa de desempleo doméstica no ha capturado esta incapacidad de absorción del crecimiento demográfico por autoexclusión de los propios incumbentes, con sesgo hacia las mujeres, pero no hay dudas que la población sí sufre las consecuencias en los ingresos familiares.

En consistencia con la subutilización del capital humano antes vista, la caída de 6.1% en la formación bruta de capital fijo el año pasado se explica más por este cuestionamiento general de la actividad privada que por peores condiciones en desarrollos mineros. Las condiciones externas siguen siendo objetivamente positivas, con caídas del precio del cobre finalmente compensadas por aquellas del petróleo, y niveles históricamente bajos de tasas reales de interés – incluso negativas -. Vista la ahora cuasi certidumbre de políticas públicas deficientes, ¿qué incentivo existe a realizar proyectos bajo una trayectoria de desarrollo que ya no es tal? La natural desaceleración del proceso de inversión refleja más bien un racional ajuste en el stock deseado de capital compatible con un país que estructuralmente va a crecer menos.

¿Puede hacer algo el Banco Central? Dicha institución no puede cambiar por si misma las peores condiciones estructurales de crecimiento que se están configurando, sino sólo adaptarse a ellas. La evolución de los agregados monetarios M1 y M2 desde mediados del año 2013, con crecimientos entre el 10 y 15% nominal anual, agotó su capacidad expansiva real de corto plazo y ahora comenzó a dificultar el control de un proceso inflacionario en ciernes por sobre los rangos aceptables del Banco Central.

En definitiva, el país vale menos en relación al mundo por esencialmente su deterioro doméstico y no por parámetros externos exógenos. Lo refleja el aumento en el tipo de cambio real de 8% en los últimos 18 meses que ha ido más allá de naturales ajustes por los términos de intercambio, ajustes que han sido bastante compensados.

Pero también es cierto que el país puede valer más y responder mejor al bienestar de su gente. Es cuestión de retomar una forma modesta y racional de diseñar e implementar políticas públicas, sin olvidar la central importancia de los precios generados bajo condiciones competitivas y los incentivos a la creación de riqueza. La resciliencia que ha mostrado el país es notable, pero no es ilimitada.

Manuel Cruzat Valdés

12 de abril de 2015

 

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